sábado, 29 de octubre de 2016

“Que un jubilado perciba altos haberes en su vida, ya no sirve de nada”


OTRAS CARTAS. Voces, reclamos y esperas de jubilados


¿Saben cuál es la diferencia entre un joven y llegar a ser un ”viejo”? Que el joven perciba 10 o 40.000 pesos de sueldo, y piense cómo gastarlos para disfrutar de la vida, comprar coches nuevos, celulares inteligentes o comer en los mejores y más sofisticados lugares. Es peligroso pensar que hay tiempos ... y tiempos.
Los viejos deben tolerar que ya no le digan “papá”, “padre” o “papi”. Son eso, simplemente “viejos”. Suena tan mal venga de un hijo o de cualquiera. Y que tengan que convencerse que dejaron de ser padres. Aunque sea con afecto, en mi opinión es una porquería. Hasta llegan a calificarlos de “decrépitos”: también cae como un insulto.
Ahora con 80 o 90 años de edad hay que pagar los caros audífonos que no suelen bajar de $ 25.000. Hay que hacer trámites que son un calvario para adquirirlos más baratos ante el PAMI, ... o morir en el intento. A esta edad tienen que bajarse o subir de un colectivo con cautela para que no les duela o se les rompa el esqueleto. Y también hay que cuidarse del glaucoma para evitar la ceguera. Las cataratas están siempre presentes. A esta edad también los asaltan, a veces con alevosía y sin miramientos por los años. Ninguno de estos “viejos” se libran de no padecer dolor hasta en las uñas.
Que un jubilado perciba altos haberes por los aportes en la vida para jerarquizase, no sirve de nada. Oremos por ellos. Están en el ocaso de la vida.
Mario Tomasow
mariotomasow@hotmail.com

Voces, reclamos y esperas de jubilados
Soy un jubilado que paga el Impuesto a las Ganancias, luego de haberlo pagado durante toda la vida laboral. El Gobierno nacional con los gobernadores no quieren cumplir con su promesa electoral para no “desfinanciar” a las provincias.
Vivo en la calle Santa Fe al 900, y enfrente hay dos casas provinciales de muy dudosa utilidad, con numerosos empleados y autos de alta gama, frecuentemente estacionados en infracción. ¿Es éste el destino de mi impuesto?
Juan I. Ymaz
estudioymaz@datamarkets.com.ar

Estimada gobernadora Vidal, una injusta carga tributaria pesa sobre muchos jubilados: el impuesto inmobiliario “de riqueza” por un único bien aplicado por la Provincia y el Estado, al caso en que dicho bien sea la casa donde un jubilado vive.
Como usted sabe, el ex gobernador hizo revaluar por Catastro la arquitectura “silvestre” urbana de modo salvaje, creando así, como por arte de magia, numerosos “nuevos ricos”, a quienes se aplicó, además, una base impositiva mucho mayor que la normal (el famoso “impuesto a la riqueza”).
Como ejemplo, nuestra casa ha subido casi un 500% de su valor en 10 años. Supuestamente, esto era una emergencia para poder pagar los sueldos docentes en su momento, y no se aplicaría a los jubilados. Gran mentira: el impuesto quedó, sin embargo, establecido en forma permanente, y deben pagarlo todos, incluyendo los jubilados.
Adicionalmente, el impuesto inmobiliario de ARBA subió 40% cuando usted asumió la gobernación. Le agradecería que enmendara la situación que acabo de plantearle.
Leonardo Peusner
leonardopeusner@gmail.com

Creo que los autónomos nos quedamos completamente fuera del sistema jubilatorio, ya que me jubilé recientemente con 41 años y 9 meses de aportes (13 años en relación de dependencia, 28 años entre autónomo, AFJP, monotributo) y recibí la mínima.
Lo que creí que iba a ser un día de felicidad por haber llegado a los 60 años con tantos aportes, fue un día de tristeza. Nunca pagué una categoría baja. ¿Siempre el hilo se corta por lo más delgado?
Cuando vemos lo que gana más de un político sin tener nuestros años de aportes, me pregunto si no será hora de que los legisladores cambien las leyes. O que nosotros sólo aportemos 30 años, ya que la jubilación es la misma para nuestro grupo o para quien nunca aportó y se pudo retirar gracias a las moratorias. Pongamos las cosas en su lugar. No nos dejen tan relegados por ser autónomos. No fue nuestra culpa estar en esta situación.
Susana Pollack
spollack02@live.com.ar

Me jubilé como maestra de Educación Especial en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hace más de una década. Entonces comencé una demanda por ajuste de haberes. Recién en enero 2016, cuando la Justicia me otorgó el 82% móvil, me pagaron las retroactividades y ajustaron el haber a ese momento.
La movilidad significa nada más ni nada menos que un ajuste debería realizarse cada vez que los salarios de los docentes activos se modifican. Eso debería ser automático, ya que el intercambio de información entre el GCABA y la ANSeS no debería presentar inconveniente alguno.
El GCABA, sin duda alguna, tiene la información de los haberes de los docentes activos correspondientes a las categorías y antigüedades que cada jubilado tenía al momento de retirarse. De otra forma, no podría pagar los sueldos.
Sin embargo, parece que tanto la ANSeS como el GCABA han vuelto a la época de las cavernas: la ANSeS exige, para realizar el ajuste cada vez que se otorga un aumento, que el interesado presente, personalmente, una certificación del GCABA que indique el salario del docente activo equivalente, después de conseguir un turno para hacerlo. No existe Internet para este trámite. (No importa que algunos jubilados tengan dificultades motoras, etc.) Y el GCABA, que dispone de esa información en forma inmediata para el pago de sueldos, se toma de tres a cuatro meses para entregarla.
Después hay que presentarse en ADAD para retirarla y hacer certificar las firmas en la ANSeS. Pero en el momento de esta última certificación de firmas, la ANSeS se niega a recibir el trámite, ya que para ello se debe pedir un turno a tal efecto. (Un mes después, para que lo deriven al Sector de Trámites Complejos).
El total de los tiempos de trámites llega así a los 8 meses antes de cobrar el ajuste, con la pérdida de poder adquisitivo que ello implica. La incompetencia y falta de sensibilidad de los burócratas de la ANSeS y de GCABA llega a niveles difíciles de creer, pero lo triste es que nadie hace nada para resolver cosas tan simples en asuntos tan importantes para los maestros jubilados.
Martha Devincenzi
marthadevin@hotmail.com

Tengo 82 años recién cumplidos, y tenía que renovar mi tarjeta de crédito que se venció en agosto del 2016 en al Banco Supervielle, sede barrio de Flores donde cobro mi jubilación. Resulta que debido a mis años, ya desde que cumplí los 80 no me la renuevan más, siendo que en otros bancos sí lo hacen.
¿Esto no es discriminación? También, por obligación tengo tarjeta de débito en este banco. Nunca tuve saldos deudores. Muchas gracias por poder comunicarme por primera vez con las Cartas al País y con los lectores de Clarín, mi diario desde hace muchos años.
Alberto Villarruel
albertoarqui76@gmail.com

Anunciaron un bono de unos $ 1.000 para los jubilados que cobran la mínima. ¿Y para los que cobran $ 1.000 más? Por ejemplo, yo cobro $ 7.550 habiendo aportado durante 40 años ¿somos “jubilados de privilegio”? En este año nos dieron aumento de 31,7% cuando el ministro de Hacienda, Prat- Gay, reconoció una inflación de 42%, o sea quedamos 10,3% por debajo.
Ahora bien, ante una situación semejante, yo me pregunto. Si a los trabajadores les dan un bono para equilibrar las paritarias con la inflación, ¿no les parece que a los “jubilados de privilegio” que cobramos menos de $ 10.000, nos correspondería también la compensación salarial?
Raúl Vázquez
rauvaz27@yahoo.com.ar

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